samedi 29 mai 2010

De peregrinos y extranjeros.

¡Cómo olvidar esa sonrisa y aquellas primeras palabras en español que escuchaba del hno. Daniel, al momento de llegar a la asamblea de Toulouse!, fue como una bienvenida que de inmediato me hizo sentir como en casa. Desde luego que me inunda enormente el corazón la gratitud de haber tenido la oportunidad de encontrar hermanos cuya devoción, servicio y amor por el Señor permanecen fieles a pesar de los años.

Faltan tan sólo unos días para que cumpla ya dos años en esta ciudad, y otro detalle que agradezco es que los hermanos no han dejado de abrir su hogar para recibirnos y compartir un sin número de experiencias que, ahora con Denisse, nos hacen levantar los ojos al cielo y contemplar admirados a Aquel que sostiene el cobijo incesante para sus hijos.

El fin de semana pasado, precisamente fuimos nuevamente invitados a comer en casa del hno. Daniel, anciano de la Iglesia de Toulouse, desde luego que no solo se disfruta de una comida excelente sino también de un enriquecedor alimento para el espíritu. Como en otras ocasiones, siempre trato de prestar atención y preguntar hasta el más mínimo detalle de las historias, pues me encanta desmenuzar lentamente y degustar la suculenta narrativa en boca de los propios autores. Por supuesto que la del hno Daniel Almodovar y su esposa, la hna. Lydia Navarro, no es la excepción. Aquí una breve reseña:

Era la época en la que Francia y España, de un cierto modo pacifista, intentaban la colonización de países con riquezas potencialmente explotables, a través de tratados y protectorados, tal fue el caso con Marruecos, cuyo rey en el año de 1912 firmaba un acuerdo en el que cedía algunas regiones para ser controladas de manera política, militar y comercial por los franceses. Fue en aquel tiempo en que la familia Almodovar y la familia Navarro, ambas de ascendencia española pero de ciudadanía francesa, llegaban junto con cientos de familias a las ciudades de Rabat y Meknès, localizadas en la parte norte de Marruecos.

Por ese tiempo la actividad misionera, principalmente de Inglaterra, tenía un próspero desarrollo en aquella región y pronto, la gracia del Señor alcanzó a ambas familias, quienes comenzaron a reunirse en casas para estudiar la Biblia. Fue allí donde el trabajo misionero llevó al hno. Daniel y a la hna. Lydia a conocerse en el servicio y a posteriormente unirse en matrimonio. Los idiomas que se hablaban en aquellas colonias eran el español, el francés y naturalmente el árabe, y esto obligaba a llevar las reuniones en más de un idioma a la vez, recuerdan los hnos haber llegado a cantar himnos en español (que por aquél entonces llegaban numerosas traducciones y adaptaciones de los himnos ingleses y alemanes), hacer los estudios en francés y evangelizar (con sus debidas precauciones) en idioma árabe.

Posterior a las revueltas, la persecusión y la presión del pueblo Marroquí por la independencia, todas esas familias se vieron obligadas a regresar a una patria completamente desconocida para ellos, tal fue el caso del recién matrimonio de los hnos Daniel y Lydia, quienes por primera vez tocaban suelo francés. Así, embarcándose en un pequeño Renault llegaron a la ciudad de Auch a unos 80 km de Toulouse, dónde con la bendición del Señor se levantaba una de las primeras Iglesias evángelicas en el sur, y tiempo después la familia se mudaba a la ciudad de Toulouse para levantar otra Iglesia y en donde permanecerían en la obra hasta el día de hoy.

Hoy la Asamblea Evangélica de Toulouse, con la bendición de Dios, posee un local propio y sostienen reuniones de estudio de la Palabra para jóvenes y adultos, hay escuela biblica para los pequeños, además del culto y predicación de la Palabra en día domingo, allí también celebran cada mes una comida juntos, llamada el Agape, dónde todos procuran un platillo y se arregla la sala para la comida, al final hay cantos, los pequeños juegan y los adultos ¡también! jaja bueno nunca faltan quien prepara alguna dinámica.

Reconozco la labor que ha hecho el Señor en éstas familias, y que pueden tener mucha actividad, aún cuando muchos son de edad avanzada, cumpliendo así un verdadero papel de padres y madres en el Señor.


Desde la izquierda: hno. Daniel y Lydie, sus servidores Denisse y Eduardo, y Fredrick, hno. de Patrick.