dimanche 28 septembre 2008

Ta vie est comme une fleur...

Hace ya algunos domingos que tuve el gusto nuevamente de ser invitado a una comida y pasar una tarde muy agradable después del culto por un matrimonio, los hermanos Claude y Antoinette de la Iglesia aquí en Toulouse.

Fue algo para mi inolvidable, sin embargo comienzo con la idea de que, en efecto, por muy fuertes que parezcamos hay momentos que la lejanía y el hecho de no ver a nuestros seres queridos de momento se convierten en una nostalgia que punza directo al corazón.

No obstante para mí ha sido muy gratificante haber encontrado un lugar dónde reunirme y más aún, que sea tan parecido a lo que he conocido en Orizaba, y no me canso de expresar este profundo agradecimiento al Señor por la atención y el cariño que los hermanos han mostrado para conmigo -¡ah Eduardo, nuestro mexicano!-.

Pero retomando mi relato, ahí me encontraba esa mañana, sentado aún con mis dos biblias, en español y la otra en chino, ¡ja! quiero decir en francés, plenamente abiertas sobre mis piernas, descifrando cual arqueólogo escrupuloso los textos bíblicos, asimilando el mensaje y a la vez comprendiendo las estructuras gramaticales del idioma, pensando de un momento a otro en las cosas de la semana, agradeciendo por todo, escuchando con atención, observando detenidamente los gestos y la articulación de las palabras en las oraciones (pues aún sigo lidiando un poco con esto del idioma), pero de momento... un pequeño silencio se abre paso en mi pensamiento... solo un segundo me hace pensar en la lejanía, en la soledad... y quizá como Pedro al caminar sobre las aguas...¡los vientos!, ¡el mar embravecido¡... estoy solo aquí en este lugar, creo que hoy no tengo ni siquiera algo de comer en el refri... ¡Señor sálvame! es mi clamor repentino... y entonces, el brazo consolador del Maestro se manifiesta...,ten calma, me dice, mira hacía mi y no te desampararé.

Cuanto gozo resultó para mí cuando al final de la reunión se aproximan estos dos hermanos, tal queriendo saludar a un viejo amigo, no así era la primera vez que nos presentábamos, tan amables, tan risueños y con la paciencia como quién enseña a un niño a aprender sus primeras palabras -Eduardo, mucho nos gustaría que nos acompañaras a nuestra casa ¿puedes comer y pasar la tarde con nosotros?- ...mi silencio pensativo y en seguida ¡mi corazón rebosante en alegría y gratitud!

Ha sido una de las tardes más agradables que he pasado, los hermanos con toda amabilidad me mostraron su precioso hogar en la campaña, fuera de Toulouse, de la ciudad y del ruido, las personas que tienen la fortuna de vivir ahí gozan de una paz y tranquilidad indescriptibles, hermosas casas de campo con vastos jardines, árboles, sonidos de aves, calles ordenadas y limpias son las cosas que a primera vista hacen que uno se enamore del sitio, pero para mí todo me parecía un hermoso gesto de parte del Señor.

La hora de la comida llegó y por fin nos sentamos a la mesa, en el precioso jardín, la hermana Antoinette cuidadosamente sirvió los platos y de momento el hermano irrumpe y me invita a dar las gracias por los alimentos... de pronto ahí estaban, las lágrimas de alegría y gratitud, no puedo explicar el profundo sentimiento que corría dentro de mí en ese momento pero estoy seguro que el Señor quitó de mi corazón la tristeza que días anteriores había sentido y me hizo sentir la delicadeza y el cariño con la que Él cuida de sus hijos.

Al terminar la comida, los hermanos me llevaron a conocer el pueblito, cada vez que se topaban con un vecino lo saludaban como viejos amigos y me presentaban muy cortésmente, realmente me hicieron sentir como un invitado de honor, ya al final del día, me puse a mirar las fotografías de su casa, los recuerdos y todas esas cosas curiosas, debo confesar que siempre me gusta indagar por cada historia que se encuentra detrás de un viejo retrato o hasta en un florero, pero en esta ocasión mi asombro se vio centrado inmediatamente por un pequeño cuadro que yacía colgado en el centro del salón principal, al aproximarme no podía reconocerlo con exactitud pero pronto me di cuenta de lo que estaba frente a mis ojos -¡una Edelweiss!- exclamé, al instante la hermana con el mismo gesto aseveró -¡Oh sí, es una Edelweiss!, Claude y yo la encontramos en nuestras pasadas vacaciones en los Alpes- eso aumentó más mi admiración, no podía creerlo, era pequeñita pero tan hermosa, dado mi gusto por el montañismo ya había leído acerca de las historias en torno a tan delicada flor, pero debo aceptar que me maravilló finalmente conocerla en persona.

De pétalos blancos y en forma de estrella, posee la hermosa apariencia de un copo de nieve, se dice que tal como el amor, la Edelweiss espera en lugares recónditos e inaccesibles a ser descubierta por algún enamorado que en un acto de valentía escala las escarpadas montañas para demostrar el amor incondicional a su amada. Por ello también, la Edelweiss es considerada como un símbolo de valor, coraje y honor, además se dice que su imagen encierra el reflejo perfecto de una belleza inigualable y sosegada, muchas leyendas se han popularizado en torno a la Edelweiss una de ellas dice que ésta ha tomado su color de la luna y que incluso es capaz de huir de los esfuerzos de los hombres que la buscan, elevándose cada vez más en la montaña.

No obstante me fascina la clásica leyenda y como un cuento de hadas, imagino al valeroso enamorado que sufriéndolo todo a través de tan osada muestra de amor afirma la esperanza de su amada... ¿conoces una historia semejante? yo ¡sí!, la hermosa e incomparable historia de Aquél que me amó y se entregó a sí mismo por mi... el Señor Jesús.

Hoy, en mi corazón siento el inigualable gozo de formar parte de tan magnífica historia y sentir mi vida tan preciada más que cualquier bella flor. ¿Has sentido tú lo mismo?

samedi 27 septembre 2008

Un testimonio...


-Hace unos días escribía en un correo acerca de lo que ha significado para mí el conocer a Dios, y me ha parecido bien el publicar un extracto de ello, que a continuación comparto, he hecho algunas correcciones al original pero básicamente le he dejado tal como lo escribí.-

...siempre he pensado que muchas veces no somos quizá tan agraciados en escoger el tipo de hogar en el que nacemos, ahora que tengo la oportunidad de reunirme en una Iglesia, he visto cómo hay quienes toda su vida y aún su infancia han sido instruidos en el camino del Señor y la verdad son personas que admiro mucho por su excelencia, ejemplo y el éxito que se ve reflejado, por la bendición de Dios, en sus hogares, trabajo y en diversos aspectos de su vida, sin lugar a dudas que es todo por la gracia de Dios, en mi caso, cuando comencé a conocerle, hubo momentos que miraba hacia atrás y sinceramente me cuestionaba porque mi familia no era así, porque mi familia no hablaba del amor de Dios sino más bien de una obediencia más por temor que por amor, por qué no había ayuda mutua sino sólo intereses personales y muchas cosas que sinceramente me deprimían y yo de alguna forma trataba de cerrar los ojos...

Recuerdo aún cuando llevé a mi casa estas ideas acerca de la Biblia y de las cosas tan maravillosas que estaba aprendiendo, fue un golpe bastante doloroso el que sentí cuando mis padres expresaron tener una profunda desilusión: ¿por qué estas dejando lo que te hemos "inculcado"?, ¿por qué has traicionado lo que se te ha enseñado?...al punto de llegar a pensar salirme de casa... hubo muchas aflicciones que pasé en ese tiempo, porque mi mente y mi corazón estaban conociendo una verdad: que no se trataba de una religión ni de un clero sino que había mucho más, hallar verdadera paz al tener una vida nueva y santa en Cristo, amarle y conocerle cara a cara, el no tener que esperar cada domingo que una persona me hablara de él, sino escucharle en cualquier momento a través de la lectura de su Palabra, y tener la seguridad de al menos dos cosas, que mi oración era escuchada y que mi nombre estaba ahora escrito en el libro de la vida, saber que si muero no tengo porque tener miedo, ni suponer que "tal vez" Dios se acuerde de mí o pensar que por las cosas buenas que he hecho pueda librarme de ir al infierno... no¡, sino tener la completa seguridad de que en Cristo he vencido al pecado¡ que esas cosas ya no están más en mi corazón o en mi conciencia, porque las ha quitado y ya nunca más se acordará de ellas, que por medio de Él ¡he vencido a la muerte!, ¡ya no iré al infierno!, ¡estaré con el Señor! lejos del sufrimiento, donde podré verle tal como es, el enjugará mis lágrimas, miraré sus heridas y me dirá: ¡esto fue por ti!, me tomará en sus brazos donde sentiré la misma fuerza con que fue hecha la creación, le preguntaré muchísimas cosas que siempre he querido saber, mirarle a los ojos y sentir el más puro amor...

Esto era lo que estaba conociendo y quería que mis padres ¡caminaran conmigo! que ellos lo supieran, que no sólo se trataba del trabajo, la familia e ir a misa los domingos, ¡no!, que había más, que Dios nos habla a cada instante y en todo lugar, que la Biblia no es un libro que sirve como adorno sino que es la misma ¡Palabra de Dios!, que no solo es historia, sino que tiene cosas fascinantes, ciencia, arte, poesía, conocimiento, sabiduría y que todo se conjuga en un solo punto, el amor de Dios, que es falso pensar que no podemos hacer nada para Dios, porque Él ama nuestro servicio, hablar a otros, visitar a los enfermos, trabajar con niños y que además haya personas que tienen ese mismo sentir y que es tan hermoso estar en comunión unos con otros, reunirme en un lugar donde no soy un completo extraño sino dónde mi nombre es conocido y en dónde puedo sentir a cada momento un fuerte apretón de manos, una palmada en la espalda, una sonrisa sincera, no de una persona desconocida, sino de verdaderos hermanos en Cristo...

Pero aún mi familia no estaba preparada, y tal como Marta y María (Lc. 10:38-42) el ajetreo y la preocupación por las cosas de este mundo hacen difícil entenderlo, pero a pesar de todo, decidí quedarme con ¡la buena parte! y soportar lo que venía, las pruebas, ser señalado por los que antes pensaba que eran mis amigos y aún de mi propia familia, hubo quién incluso aseguró que me iría tan mal por lo que había hecho, estoy seguro que más penurias y aún maldiciones se han de haber proferido contra mi... todo por tener a Cristo en mi corazón, pero eso ellos no lo sabían... que ahora estaba de mi lado el Todopoderoso, no se trataba de renunciar a una religión como muchos piensan, sino de conocer la verdad y ser libre¡ libre de las ataduras del pecado, del tropiezo, del fracaso, de ese vacío que nadie ni nada puede llenar... ¡y sucedió! de pronto las malas palabras se habían ido de mi boca, lo sucio en mi mente ¡ya no estaba más! no preocuparme por las cosas de este mundo sino por el reino y la justicia de Dios, ésta ha sido la llave que me ha abierto la puerta: creer en el Señor Jesús, un día yo me di cuenta que le necesitaba, a pesar de que nunca he hecho cosas realmente malas, aún así en ese momento me sentí tan culpable y sucio, sabía que mi condición de pecador no me dejaba tener una relación personal con Dios, no tenía paz ni seguridad y sólo cuando pasaba por algún aprieto me acordaba de Él... pero un día me hablaron de esto, y entonces, esa tarde en mi hogar, mi corazón se derramó delante de Dios, le pedí perdón, acepté el sacrificio que el Señor Jesús hizo por mí en la cruz, sólo porque me amaba, yo le pedí que entrara en vida, que me salvara, que tenía miedo del futuro, de no saber en qué iba a parar mi vida, le dije que me diera un propósito, que fuera Él quien me condujera por el buen camino, no en mis fuerzas, sino en su poderosa mano¡ ... ¿y sabe qué?, ¡Dios hizo un milagro en mi vida!, porque ¡El me rescató!, ¡me levantó en sus brazos!, y aún tenía algo más... cuando leí en Hechos 16.25-34 la historia del carcelero y de cómo éste había creído y Pablo le había asegurado no solamente ser salvo él sino también su casa, ¡fue como una sacudida!, ¡el Señor también quería mi hogar! y por supuesto que me aferré a esa esperanza... y hoy he visto que el amor de Dios es tan vasto, ahora puedo tener tanto descanso de ver como mis padres ¡también han creído a esta verdad! y que están conociendo al Señor, verles crecer en la Palabra y la oración, me resulta tan hermoso escuchar cada vez que hablo con mi mamá y mi papá que el Señor está ahí, ¡en sus labios y en su corazón!.

Ésta ha sido mi experiencia, ¿qué si todo ha sido color de rosa a partir de ahí? jajaja, ahora sé que el reino de Dios no es para los cobardes, las aflicciones y las pruebas son duras, pero al final, siempre la exaltación y sus bendiciones son presentes ¡cien veces más! y todo porque ¡Él siempre glorifica su Nombre!, ya no me pesa absolutamente nada, pues el caminar humildemente de la mano del Señor me fortalece siempre.

Sé que el principio de mi vida comienza, soy joven aún, sin embargo tengo la firme convicción de que mi Dios estará conmigo pase lo que pase...las palabras en Rom. 8:28-37 siempre han sido de las que más fuerza y coraje me han infundido para seguir adelante, ...los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien...si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?...en Cristo somos más que vencedores...no hay ninguna otra cosa creada que nos pueda separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro...

He escuchado que muchos me dicen: bueno, tú porque Dios te ha ayudado y te ha dado muchas cosas pero espérate que vengan las pruebas duras y ya verás... sabe que pienso, si todo lo pierdo ya no me importa nada, porque verdaderamente el amor de Dios en mi corazón es ¡todo lo que necesito!, ahora que me encuentro viviendo aquí, muchos lo ven como algo de lo más extraordinario, piensan: irse a vivir a un país de primer mundo, viajar, conocer gente, tener una beca y prepararse para algo excelente... jajaja le soy sincero, aquí no tengo nada ni a nadie, porque todo lo que tenía y hacía se quedó atrás, mis amigos, mi familia, la gente que amo, los ministerios, mi casa, todo¡, ...pero ¿sabe una cosa? mi Dios ¡ha venido conmigo!, Él es mi todo y no me ha dejado en ningún momento, ni creo en lo más mínimo que lo haga, ¡porque me ama y yo a Él!.

Espero que mis palabras puedan servirle a hallar la paz que tanto ha buscado, yo no puedo hacer más, ¿el dinero? pienso que tampoco, ¿los amigos? en un momento están y luego no... sea el Señor quien le muestre lo que realmente necesita y sea Él quien le proporcione esa paz y el amor que tanto anhela su corazón.

...porque el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1Jn 2.17

En el amor de Cristo, Edu.

"¿Que sí Dios existe?, pregúntenselo a cualquiera y en la multitud de respuestas quizá hallará satisfecha su curiosidad, yo... sólo me conformo con saber que ¡Él me ama y ha hecho TODO por mí!."

mardi 16 septembre 2008

Hoy es un buen día...

Así es, hoy es un buen día para iniciar en este mundo de los blogs, por fin lo he decidido.

Siempre me ha gustado leer lo que muchos de mis amigos escriben en sus sitios personales y es muy interesante conocer esa faceta que todos poseemos, la del escritor que llevamos dentro, aunque tal pareciera que un 99% no lo ha descubierto aún.

Una de las cosas más fáciles que nos distingue a menudo, es la de colocar un título a todo lo que nos rodea, y debo aceptar que no fue difícil para mí hacerlo en este momento, ya muchos conocen mi historia pero por si en algún momento mi amigo lector desconoce esta etapa de mi vida, mucho me agrado de explicar el porqué he puesto este título al presente blog.

El sentido de la identidad siempre nos hace identificarnos con aquello que deseamos o aspiramos ser, en mi caso y como el de muchos que ahora son parte de mi familia, esta identificación tiene que ver con algo que no pertenece a este mundo, pareciera cosa de locos, la realidad es que muchos padecemos de esa locura, el amor de Dios. Desde que he encontrado esta felicidad, el texto en 1 Pe. 2.11 "...como a extranjeros y peregrinos..."nunca se había hecho más palpable en mi vida como ahora, lejos de mi hogar, mi ciudad, mi país, mi continente, sumergido en medio de una cultura totalmente diferente a lo que he conocido, realmente te hace sentir ajeno al medio, pues tan solo el hacer cosas como silbar o reír en público te convierten en un ser de otro planeta, de la misma forma y sin notarlo muchos en seguida reconocen mi procedencia, rasgos físicos, lenguaje y el acento hacen que mi identidad como mexicano sea perceptible, pero por sobre todo hay algo que me han reconocido y eso me ha permitido demostrar mi verdadera identidad... la de un hijo de Dios.

¿Cómo, no tomas?, gracias, eres muy amable, !oh, cómo lo sabes?, ¿a poco lees la Biblia?, tu eres cristiano ¿verdad?...no es vanagloria, pero me siento también con mi identidad, me da tanto gusto decir: no soy yo, es Jesús que mora en mí. No son las cosas que hago, sino lo que mi corazón realmente es. Y a ti, ¿qué te identifica?