jeudi 19 mars 2009

C'est ton sang qui purifie.

Reconozco que me esfuerzo, me agoto y a veces pudiera parecer que mi trabajo no tiene algún sentido. ¿Cómo puedo quitarme esto que me agobia? es mi pensamiento que pesa y me hunde cada vez más... -Ah- en suave murmullo me dice Él, -tu sabes que una sola cosa es necesaria-

De momento en mi mente, la pregunta abrupta y sofocante:

-Pero ¿cómo Señor? mis esfuerzos parecen inútiles, lo que emprendo no florece y aún me pregunto ¿son mis obras las que me mantendrán limpio? ¿es mi camino de rectitud el que me librará del juicio?-

Y escucho nuevamente su dócil respuesta:

-Una cosa te recuerdo, ni con todo su esfuerzo alguien podría hacer blanco uno solo de sus cabellos-

-¿Cómo Señor?, ¿cómo es esto?- respondo rendido.

Y el silbo apacible escucho, -no has sido tú, más mi sangre... fue por ti.

Es su sangre la que purifica, es su sangre la que da vida. Estas palabras me han vuelto a la conciencia de que no hay nada que pueda igualar a lo que Cristo ha hecho por mí, saber que no se trata de aquello que haga o me esfuerce, sino de lo que el Señor ya hizo.

¿Cómo podría ser más blanco que la nieve? ¿es esto posible?, la he visto, he estado frente a ella y en tono casi escéptico digo ¿cómo puede ser?. Recuerdo hace unos días ese viaje a los Pirineos, hermosas montañas, colinas cubiertas de blancura y en un momento estuve casi cegado por el blanco absoluto de aquella nieve y en mí apenas cabía la idea... ¿mi corazón, más blanco que la nieve?

Es maravilloso lo que el Señor ha hecho de nosotros y debo reconocer el milagro que Dios ha hecho en mi vida y alabo, anonadado, al que purifica los corazones y las conciencias.

C'est ton sang qui purifie,
C'est ton sang qui donne la vie,
C'est ton sang qui a coulé,
Oui, ton sang précieux m'a racheté,
Je suis plus blanc, plus blanc que la neige, que la neige.
O Jésus, toi l'agneau immolé*

* Himno cuya música conocemos en México con la letra "Cuando Cristo me llamó" del Himnario de Salmos, Cantos e Himnos Espirituales.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Indudablemente la virtud de la sangre de Cristo es maravillosa e inexplicable para nuestras mentes finitas! Solo puedo afirmar, como Santiago en su epístola, que si bien la salvación es por fe para que sea por gracia, nuestras obras sólo son esa parte visible de nuestra fe! No perdamos de vista que esas obras ahora son agradables al Padre, porque él ve en nosotros a su hijo amado! NInguna acción humana por sí misma nos dará la satisfacción que vivimos junto a Cristo...